Hace un tiempo, una chilena en el extranjero me contactó para divorciarse en Chile.
Le expliqué que no era necesario acudir al consulado ni invertir tiempo en trámites innecesarios. Es decir, no tenía que pedir hora, esperar semanas, hacer filas, ni enviar documentos legales por correo físico, con el riesgo de extravío.
También le mostré las leyes y tratados internacionales que respaldan este procedimiento, y le advertí que, en muchos casos, algunos consulados aprovechan la falta de información para cobrar por trámites innecesarios, haciendo que las personas pierdan meses —e incluso años— en gestiones que podrían resolverse en pocos días.
¿El resultado?
Me bloqueó.
Ni siquiera verificó lo que le estaba diciendo. Simplemente, me bloqueó.
Y ahí entendí algo brutal.
Lamentablemente:
Algunos chilenos creen que si un proceso legal es hecho en el consulado, debe ser algo "seguro".
Creen que si un trámite legal demora años, significa que está bien hecho.
Desconfían más de un abogado que resuelve un divorcio en 10 días que de un sistema que los atrasa por años.
¿Seamos honestos?
Divorciarte en Chile no tiene por qué ser un proceso largo; todo depende de la decisión y el sistema legal que elijas.
Para ello debes estar dispuesto a ir más allá de lo que hace la mayoría.
Y cuando lo haces pasan cosas increíbles...